Sombría la noche, el silencio...
como una sirena de bombas alimenta el misterio.
Fue casualidad el zapataso en la espalda del ojo que miraba a través de la cerradura.
No caminaba en el sendero del caminante borracho,
ni cantaba la canción del marinero en naufragio.
Normal, simple...
ni las golondrinas emigraban por el frío,
ni los perros emitían sonidos por costumbre.
Al menos el impulso de sentirse vivo,
claudicó el momento monótono que le brindaba la existencia.
No me hagas pensar - me lastima el alma intentar recordarte.
Vida y muerte, amor y odio.
Fue la imposicion de letras a la triste melodía.
No hay horario de protección al dolor?
Fue casualidad el valde de agua fría al transeúnte desconocido.
Con el que sin saber,
mojaste su único cigarrillo,
el último sabor ... antes de desaparecer.
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Rey Ocampo Alberto R.
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Sellos
de Solo Rey
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